Leyendas y milagros
Leyendas y milagros
Casilda nació en los amaneceres del siglo XI en la ciudad de Toledo. Hija del rey moro Aldemón de Toledo (conocido por al-Mamún), quedó huérfana de madre poco después de nacer (debido a una incomprensible enfermedad que más tarde heredaría Casilda).
Tres hijos nacieron del matrimonio contraído entre Aldemón y Casilda: Zoraida (que al ser bautizada más tarde tomó el nombre de Isabel de Toledo), Almoaín (que perdió la vida muy joven en una lucha entre moros y cristianos), y Casilda (en árabe Poesía) a quien nos referimos en la presente historia...
Entre mimos y halago, hacia los cinco años comenzó Casilda, como era costumbre, la tarea de aprender el Corán de memoria y sobre él a leer y escribir. Entre las historias leídas encontró una curiosa narración referente a la hija de un rey, la cual huyó de palacio para darse a la vida ascética. Se cree que esta leyenda se corresponde con la protagonizada por santa Marina.
Con tan sólo 17 años ya era una de las más discretas y sabias princesas de su siglo. Fue instruida por los mayores sabios del país y pronto comenzó a exponer sus dudas religiosas sintiendo ansias de conocer los principios fundamentales del cristianismo.
Estaba enterada de que en las cárceles de palacio se encontraban sabios sacerdotes y monjes con quienes poder discutir sus razones, pero su padre se opuso a que sus hijos visitasen los calabozos de palacio.
Esto aumentó la curiosidad de Casilda que, aprovechando las ausencias del rey, visita los calabozos en repetidas ocasiones llevando medicinas y alimentos a los cautivos. Allí pide ser instruida en la religión cristiana hasta el punto de querer ser bautizada por los sacerdotes de la prisión.
Llegaron noticias al rey Aldemón del quebrantamiento de la prohibición que había hecho a su hija acerca del acceso a las mazmorras. Queriendo asegurarse, él mismo decidió descubrir la verdad. Para ello, organizó una cacería y regresando inesperadamente.
Con pretexto de coger flores en el jardín, bien ajena a otros cuidados que los de su corazón, llevaba, como cada día, la consabida limosna de su pan, a cambio de la cual recibiría la otra más preciada del alimento para su alma. Al verla allí Aldemón pregunta a Casilda qué es lo que lleva en el vestido recogido. Ella responde: -Rosas. Su padre le increpa -¡Enséñamelas!. Y abriendo los pliegues de su vestido le contesta: -¡Míralas!. A la vista de los presentes aparece un manojo de flores, de las cuales toma dos el rey, y acariciando a la princesa abandona el lugar. Al momento, aquellas flores vuelven a convertirse en su estado original, medicinas y alimentos.
Por aquella época Casilda recae en su enfermedad de flujos de sangre y poco a poco va empeorando su estado, sin encontrar ninguna cura. Los cautivos advirtieron cómo se ajaba el frescor en Casilda y alguien sugirió un extraño remedio: bañarse en los lagos norteños de San Vicente, en la Bureba y cercanos a la ciudad de Briviesca en Castilla. El cautivo, burgalés sin duda, se hacía lenguas de las maravillas que el señor hacía a través de aquellas aguas prodigiosas en su tierra burebana.
Una voz del cielo vino a confirmar aquella sugerencia. La tradición atribuye a la Virgen María la transmisión de este mensaje de esperanza en los lagos de san Vicente de Buezo.
Su padre organizó una comitiva para trasladarla y apenas se lavó con aquellas aguas quedó sana de su enfermedad.
No quiso regresar al palacio de Toledo, decidió llevar una vida eremítica despojándose de todos los objetos de valor y entregándoles en su mayor parte entre las parroquias cercanas y los pobres.
En todo este tiempo en que vivió fue adquiriendo el cariño y la admiración de la gente pues todo lo que tenía lo repartía entre los pobres. Los Ayuntamientos cercanos decidieron levantar una casa en honor a la Virgen que sirviera de morada para Santa Casilda.
Pero sucedió que todo cuanto construían durante el día, era transportado por "manos angélicas" a lo alto de la montaña y después de aparecérsele un ángel diciéndole que construyera la ermita en lo alto del cerro, se procedió a su construcción en el lugar señalado por el ángel. Algunas leyendas añaden que a los primeros golpes en la cueva salió de allí una leona que huyó sin más problemas.
En aquel lugar levantó una choza para orar, donde moriría y sería sepultada a la edad de 60 años.
La leyenda de la Santa
02/05/10
Las aguas curativas de los pozos de San Vicente atrajeron a Santa Casilda a las tierras de la Bureba.